jueves, 31 de mayo de 2012



Cuatro clases de Amar

Hay cuatro palabras griegas para amor que es importante que los cristianos comprendan. Son agape, fileo, storge, y eros. Tres de ellas aparecen en la Biblia.  Si vamos a comprender la Biblia y el mundo bíblico, es importante que comprendamos lo que significan estas palabras y cómo difieren.
La palabra griega para amor sexual o amor apasionado es eros, de la cual obtenemos palabras tales como “erótico.” Cuando eros era utilizado como nombre propio, se refería al dios griego del amor. La palabra griega eros no aparece en el texto bíblico, así que no le dedicaremos tiempo en este artículo, pero ha tenido tal impacto en el idioma español y en nuestro punto de vista del amor sexual, que es importante mencionarla.
La palabra griega que se refiere al amor de Dios, una de las clases de amor que debemos tener hacia las personas, es agape. Agape es la naturaleza misma de Dios, porque Dios es amor (1 Juan 4:7- 12, 16b). La gran clave para comprender agape es darse cuenta de que puede ser reconocido a partir de la acción que inspira. De hecho, hablamos a veces del “modelo de acción” del amor agape. La gente de hoy está acostumbrada a pensar del amor como un sentimiento, pero ése no es necesariamente el caso con el amor agape. Agape es amor a causa de lo que hace, no debido a cómo se siente.
Dios de tal manera “amó” (agape) que dio a Su Hijo. No se sintió bien Dios al hacer eso, pero fue lo que por amor debía hacerse. Cristo de tal manera amó (agape) que dio su vida. Él no quería morir, pero él amó, así que hizo lo que Dios requirió. Una madre que ama a su bebé enfermo permanecerá despierta toda la noche cuidándolo, lo cual no es algo que ella desea hacer, pero es un acto verdadero de amor agape.
El punto es que el amor agape no es simplemente un impulso generado por sensaciones. Más bien, el amor agape es un ejercicio de la voluntad, una decisión deliberada. Esta es la razón por la cual Dios puede ordenar que amemos a nuestros enemigos (Mateo 5:44; Ex. 23:1-5). Él no nos ordena que “tengamos buenos sentimientos” para con nuestros enemigos, sino a tener una actitud amorosa hacia ellos. El amor agape se relaciona con la obediencia y el compromiso, y no necesariamente con el sentimiento y la emoción. “Amar” a alguien es obedecer a Dios en favor de otra persona, buscando para él o ella, la bendición y beneficio a largo plazo.
La manera de saber que amamos (agape) a Dios es que obedezcamos Sus mandamientos. Jesús dijo: “¿Quién es el que me ama? El que hace suyos mis mandamientos y los obedece”. (Juan 14:21) Hay cristianos que dicen que aman a Dios, pero su forma de vida es contraria a la voluntad de Dios. Estas personas confunden sus sentimientos de afecto por Dios y creen que ese es el verdadero amor agape. Jesús hizo la siguiente aclaración: “El que no me ama, no obedece mis palabras” (Juan 14:24 a).
El amor es el carácter distintivo de la vida cristiana en lo referente a otros cristianos y a toda la humanidad. Lo que “por amor” debe hacerse, puede no ser siempre fácil, y el amor verdadero no es “sentimentalismo exagerado”. El amor genuino a menudo conlleva un costo. Por ejemplo, castigar a los criminales para mantener a la sociedad segura, es amar, pero no fácil o agradable. Y pedir que alguien deje tu reunión bíblica porque persiste en pecar flagrantemente, es amor, pero nunca fácil (1Corintios 5:1-5). Esto no quiere decir que el amor agape no tenga sentimientos asociados, y la situación ideal ocurre cuando lo que debe hacerse por amor, también es lo que deseamos hacer. Los cristianos deben ser conocidos por su amor los unos a los otros (Juan 13:35).
La tercera palabra para “amor” que necesitamos examinar es fileo, que significa “tener un interés especial en alguien o algo, con frecuencia enfocado en una asociación cercana; tener afecto por, gustar, considerar a alguien un amigo.” Sería probablemente provechoso si fileo nunca fuera traducido “amor” en el Nuevo Testamento, porque se refiere a un fuerte agrado o a una fuerte amistad. Por supuesto, vemos cómo a fileo se lo traduce “amor”, porque en la cultura moderna decimos que “amamos” cosas que nos agradan mucho: “yo amo el helado”, “yo amo mi automóvil”, “yo amo la manera en que tu cabello se ve”, etc. La palabra fileo implica una conexión emocional fuerte, y por lo tanto se utiliza para “amor” o amistad profunda, entre amigos. Usted puede agape a sus enemigos, pero usted no los puede fileo.
La diferencia entre agape y fileo queda muy clara en (Juan 21:15ss), pero desafortunadamente se obscurece en muchas traducciones. Después de ser levantado de los muertos, Jesús se encontró con Pedro. Aquí está la versión corta de lo que se dijeron el uno al otro.
Jesús: Simón…¿tú me amas (agape) más que a éstos? [¿peces?].
Pedro: Sí, Señor; tú sabes que te amo (
fileo).
Jesús: Simón…¿me …amas (
agape)?
Pedro: Sí, Señor, tú sabes que te amo (
fileo).
Jesús: Simón…¿tú me amas (
fileo)?
Pedro: [afligido] Señor…tú sabes que te amo (
fileo).
¿Por qué hay una diferencia en las palabras que se utilizan para “amor” en esta conversación? ¿Por qué Jesús utilizó agape y Pedro utilizo fileo? Jesús le preguntaba a Pedro si él lo amaba con el amor de Dios, un amor que puede requerir sacrificio. Después de todo, Jesús acababa de pasar por una horrenda tortura por la salvación de Pedro (y la nuestra), algo que él no deseaba hacer pero que hizo de todos modos debido a su amor agape. En cambio, Pedro evitó una posible tortura negando a Jesús.
Jesús dos veces le preguntó a Pedro “¿tú me agape?” (Es decir ¿estás deseoso de hacer por mí aquellas cosas que tú no deseas hacer?). Pedro, por otra parte, todavía se sentía atormentado por haber negado a Jesús, y tenía esperanzas de que su amistad siguiera intacta. ¿Le recriminó Jesús a Pedro que lo hubiera negado? ¿Lo seguiría tratando como a un socio y compañero cercano? Pedro no estaba seguro dónde estaba parado en su relación con Jesús, así que intentaba hacerle saber a Jesús que en él seguía teniendo a un amigo verdadero, y que tenía amor fileo por Jesús.
La tercera vez que Jesús le habló a Pedro, descendió al nivel de Pedro y le preguntó si Pedro era, de hecho, un amigo verdadero (fileo), lo cual afligió a Pedro. Sin embargo, era importante porque Jesús sabía lo que Pedro no sabia: que Jesús ascendería al cielo, y Pedro y los otros quedarían para realizar su trabajo en la Tierra, lo cual requeriría que todos ellos fueran sus buenos amigos e hicieran su voluntad aun cuando significase adversidad.
La cuarta palabra griega que necesitamos comprender es storge, que es el amor y el afecto que ocurre naturalmente entre padres e hijos, que puede existir entre hermanos, y que existe entre maridos y esposas en un buen matrimonio. Ocurre en (Romanos 12:10) en la palabra filostorgos, que es una palabra compuesta por filos (la forma sustantiva de fileo) y storge. (Romanos 12:10) es un versículo muy importante, que nos guía a ser muy cariñosos y amables unos con otros.
Romanos 12:10 (traducción expandida del autor)
En cuanto a su amor fraternal, que haya entre ustedes una profunda amistad y afecto familiar.


Si hemos de tener una vida cristiana maravillosa, obediente a la voz de Dios, y a tener una enriquecedora comunión con otros cristianos, necesitaremos ejercitar todas estas tres clases de amor. Necesitamos amor agape porque algunas de las cosas que Dios requiere de nosotros no son ni divertidas ni fáciles, pero necesitan ser hechas. Necesitamos tener amor fileo porque necesitamos amigos verdaderos que se mantengan a nuestro lado, gente que esté conectada emocionalmente con nosotros y con quien podamos compartir nuestros pensamientos y sensaciones más íntimas. Finalmente, los cristianos necesitamos brindarnos amor storge unos a otros, un afecto familiar profundo que nos conforte y nos ayude a sentirnos conectados a toda nuestra familia espiritual.

domingo, 27 de mayo de 2012





 “La Oración de Jabes”

 Se trata de la oración de un hombre mencionado en un solo pasaje de la Biblia, I Crónicas 4:9,10, en medio de largas genealogías de las tribus de Israel. ¿Por qué llama tanta atención esta oración? Porque Dios le concedió lo que pidió. Este hecho motivó al autor del libro a hacer suya esta oración TODOS LOS DIAS DE SU VIDA. Ahora testifica que Dios ha hecho lo mismo para él que hizo para Jabes.

Vamos a verlo en la traducción de la Biblia de las Americas:
“Jabes invocó al Dios de Israel, diciendo:
¡Oh, si en verdad me bendijeras,
ensancharas mi territorio,
y tu mano estuviera conmigo
y me guardaras del mal
para que no me causara dolor!”
Es una magnífica oración para cualquiera que cree que Dios es el Padre bueno que da buenas cosas a Sus hijos (Mateo 7:11). Tiene cierta semejanza con “El Padre Nuestro” que Jesús enseñó a Sus discípulos, otra oración modelo que es buena para cada día. De hecho, hay muchas oraciones en la Biblia que traerían muchísimas bendiciones a nuestras vidas si las hiciéramos regularmente. “No tenéis, porque no pedís” (Stgo. 4:2).
Me gustaría hacer mis propios comentarios sobre esta oración. “Oh, que me bendijeras en verdad…” El Padre ya nos bendijo con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo (Ef. 1:3). Estas bendiciones datan desde el momento de creer y estar en Cristo (I Cor. 1:30) e incluyen:
la elección para ser santos,
la predestinación para ser hijos,
la gracia impartida,
la redención y el perdón por la sangre de Cristo,
el conocimiento del misterio de Su voluntad de reunir todas las cosas en Cristo,
la herencia y el sello del Espíritu Santo que garantiza nuestra redención final (Ef. 1:4-14).
Estas son las bendiciones que tenemos ya, no debemos seguirlas pidiendo. Pero hay otras bendiciones que necesitamos pedir para recibir y seguir pidiendo día tras día. Pablo pidió éstas por los efesios (1:15-21 y 3:15-20), los filipenses (1:9-11), los colosenses (1:9-12) y los tesalonicenses (3:12,13). Estas son las bendiciones espirituales que necesitamos:
• espíritu de sabiduría y revelación en un mejor conocimiento de Dios
• certeza de nuestra esperanza, de Su herencia en nosotros y Su gran poder para con nosotros
• fortalecimiento en el hombre interior por Su Espíritu
• establecimiento en el amor para conocer Su amor por nosotros
• llenura de toda la plenitud de Dios
• abundancia en ciencia y conocimiento para aprobar lo mejor
• llenura de frutos de justicia para la gloria de Dios
• llenura del conocimiento de Su voluntad en sabiduría e inteligencia espiritual
• un andar digno del Señor, agradándole, llevando fruto en toda buena obra y creciendo en el conocimiento de Dios
• fortalecimiento con Su poder para paciencia y longanimidad
• crecimiento y abundancia en amor
• firmeza en la santidad para la venida de Jesucristo
Todos necesitamos bendiciones espirituales y materiales. Bendiciones son aquellas cosas que vienen del Buen Padre que hace el bien para Sus hijos. El quiere que pidamos, busquemos y llamemos para que sepamos que en realidad dependemos totalmente de Su cuidado, ayuda y gracia en esta vida. Oración es dependencia, es la fe en acción. La actitud de uno que pide bendiciones es de dependencia y no de independencia, así vivmos o andamos por la fe y no la vista (II Cor. 5:7).

¿Quieres las bendiciones de Dios? Pídelas. No presumas que El vaya a hacer lo que nos ha mostrado que debemos pedir con perseverancia. Jabes pidió las bendiciones verdaderas, o sea claras demostraciones de que Dios está escuchando y contestando la oración. Por esto a mí me gusta añadir lo que necesito hoy: “Que me bendijeras con tu paz en las muchas tensiones de mi horario para hoy; con meditaciones ricas de tu Palabra durante el día; y con la oración continua que me anima y motiva tanto…” ¿Cuáles bendiciones necesitas tú “hoy”? Pídelas. Dios será tan específico contigo como tú eres con El.

“… que ensancharas mi territorio” es la petición de un agricultor que quería más lugar para sembrar o pastar sus animales. Para un hombre de negocios sería “más clientes”. Para un doctor, “más pacientes”. Para una ama de casa, “más amigas”. Para todo cristiano sería bueno orar así para “más oportunidades de evangelizar, enseñar o servir.” Más territorio implica más trabajo, así que no pidas esto si no tienes la disposición de explotar el terreno nuevo a lo máximo. Eliseo pidió la doble porción del espíritu de Elías, su mentor. Recibió lo que pidió: el doble de milagros pero también el doble de vida, trabajo y sufrimiento.

¿Por qué quieres más? ¡Cuidado! Dios no va a contestar esta petición si es para un mal propósito. “Que aumentes mis oportunidades para que te pueda servir mejor, agradarte más y glorificarte en verdad” es la clase de petición que Dios quiere. Si es para gastar en tus propios placeres no te lo va a dar, porque sería para tu mal, no tu bien (Stgo. 4:1-3). Si quieres más para administrarlo como un buen mayordomo de Dios, no hay límites a lo que puedes pedir. Pero el corazón es engañoso (Jer.17:9). Puedes engañar a otros y hasta a ti mismo pero nunca a Dios. Así que tengamos fe pero no tengamos presunciones escondidas en esta petición por más territorio.

“Y que tu mano estuviera conmigo” es la petición de la presencia y poder de Dios en nuestra vida. Esa llenura del Espíritu Santo “sobre” nosotros nos hace valientes y audaces sin ser arrogantes y vanidosos. El “exito” verdadero no se mide en pesos o posesiones sino en resultados buenos en las vidas de los que servimos. Esto es cierto en el área de negocios y proyectos o sencillamente en la forma en que uno trabaja en su profesión o vocación. Es ciertísimo en cualquier servicio espiritual cuando los dones de Dios se emplean para el bien del Cuerpo de Cristo. En todo lo que hacemos, si lo hacemos en el Nombre del Señor Jesucristo y para la gloria de Dios, necesitamos “la mano del Señor” con nosotros. Siempre cuando el Antiguo Testamento menciona alguna obra grande del Señor, lo logró con “Su mano levantada” o “Su brazo extendido”. Dios interviene en nuestros asuntos para el bien cuando se lo pedimos.

Otra vez, algo personal. Me gusta pedir que Su mano esté conmigo “en la plática que voy a dar o el estudio que voy a dirigir o la visita que voy a hacer.” Debemos empapar cada acto del día con esta petición para que Dios sea nuestro Ayudador. Pablo se atrevió a decir que colaboraba con Dios, y cuando habló de los éxitos en su ministerio siempre decía “lo que Dios había hecho con nosotros”. ¿Qué tienes que hacer hoy que necesita “la mano de Dios” contigo? Espero que digas: “Todo lo que voy a hacer necesita Su poder” porque así es en realidad. Pide Su mano contigo para todo.
“Y que me guardaras del mal” es una petición muy necesaria porque vivimos en un mundo lleno de males porque el Maligno está sembrando la maldad en todas partes. Es casi imposible no ver, oír o sentir el mal en un día normal. David cantó muchas veces en sus oraciones "Guárdame de mis enemigos.” Cristo nos enseñó lo mismo. Pero cuántas veces no pedimos Su protección ni nos ponemos la armadura de Dios (Ef. 6:10-18) antes de salir al mundo lleno de peligros y enemigos. No es raro que haya tantos tropezones, caídas y faltas para confesar luego. El que no cree que vivimos en un mundo malo no entenderá por qué Cristo oró “Guárdalos del Maligno” (Juan 17:15).
Cuántos cristianos, sobreconfiados en su propio poder para vencer a Satanás, han caído en sus trampas porque no pidieron la protección divina. ¿Cuándo somos tentados? ¿Cuándo nos ataca el enemigo? ¿Hace citas el diablo para pelear? Un enemigo ataca cuándo y dónde no estamos preparados. El león rugiente busca a quién devorar. Los que han orado sinceramente pidiendo la protección de Dios son guardados de él. Jabes no quería sufrir “dolor”. (Su nombre viene de la raíz “dolor”. Tal vez muchas veces él había sufrido dolor, o a lo mejor su madre le puso ese nombre por el dolor que le causó cuando nació.) El mal causa dolor tan seguramente como un bebé causa dolor al nacer. El pecado es una siembra de cosecha dolorosa más adelante. Debemos pedir la protección de Dios constantemente.

Ahora bien, me pareció a mí que yo sería un tonto si no pidiera estas mismas cosas todas las mañanas en mi tiempo devocional y durante el día. Si no las pido, las pierdo. Si las pido, las recibo. Es la ley de la oración en Mateo 7:7-11. En Juan 16:24 Jesús dijo: “Hasta ahora nada habéis pedido en mi Nombre; pedid y recibiréis, para que vuestro gozo sea completo”. No seamos los tontos que no piden. Pidamos estas cosas con perseverancia.

P.D. Puedes recortar el versículo y pegarlo en tu espejo para formar el hábito diario desde temprano de pedir lo que Dios quiere hacer para ti.








martes, 22 de mayo de 2012


"He aquí, Yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo."
Apocalipsis 3:20




EL SALVADOR ESTA A LA PUERTA Y LLAMA Apoc. 3:20
El libro de Apocalipsis está dividido en tres partes: tres divisiones o épocas 
del tiempo. “Escribe las cosas que has visto (el pasado), y las que son (el 
presente), y las que han de ser después de estos (eventos futuros).” Apoc. 1:19
El versículo del texto se encuentra en el final de la segunda división. En el 
principio Cristo estaba en medio de las iglesias, pero al fin de esta época El 
está de lado de fuera tocando la puerta para entrar.
Hoy en día Cristo no está en la mayoría de las iglesias. Ha sido substituido por 
programas sociales, ritos religiosos, falsos imágenes de los santos y toda clase 
de doctrina falsa.
En este versículo hay una mensaje profético pero también hay una lección 
práctica. Cristo no solamente está llamando para entrar en muchas iglesias, pero 
también está llamando a la puerta de cada individuo para entrar en su corazón, 
en la vida de todos. Pero la mayor parte de este mundo a dejado la puerta 
cerrada por causa de su pecado. Los hombres no quieren que Cristo entra y vea lo 
que está en su mente y corazón. El pecado ha separado el hombre de Dios. “Pero 
vuestras iniquidades han hecho división entre vosotros y vuestro Dios, y 
vuestros pecados han hecho ocultar de vosotros su rostro para no oír”. Isaías 
59:2

¿QUIEN ESTA LLAMANDO A LA PUERTA?
Es Jesús, el Salvador de este mundo. En la Biblia Cristo es representado por 
varias maneras o figuras. Algunas de estas son:
“Jesús le dijo: yo soy el camino, y la verdad, y la vida: nadie viene al Padre, 
sino por mi”. Juan 14:6
 ”Yo soy la puerta; el que por mi entrare será salvo; entrará y hallará pastos”. 
Juan 10:9 La entrada para el cielo, la única puerta; no la iglesia, o creencias 
de los hombres.
“Porque hay un solo Dios; y un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los 
hombres, Jesucristo hombre”. 1 Timoteo 2:5
“El siguiente día vio Juan a Jesús que venía a él y le dijo: He aqui el cordero 
de Dios, que quita el pecado del mundo”. Juan 1:19

COMO EL TE LLAMA, SU MANERA DE LLAMAR
Cristo está siempre llamando a los hombres al arrepentimiento, pero muchas veces 
ellos no escuchan su voz porque están ocupados, y están lejos demás para oír su 
voz o simplemente no dan atención a su llamada.
Muchas veces Dios llama los hombres por medio de las circunstancias: a veces 
por medio de una enfermedad, una tragedia o otros acontecimientos de la vida. 
“Bueno me es haber sido humillado, para que aprenda tus estatutos”. Salmo 119:71
Otras veces Dios llama por medio de otras personas. Hechos 8:26-39 Vs. 30- 31
A veces Dios habla directo a nosotros por su Palabra, la Biblia. La Biblia es 
como un martillo – Jer. 23:29. La Biblia es poderosa y eficaz – Heb. 4:12

¿DE QUE LUGAR JESUS NOS LLAMA?
Jesús nos llama a la puerta, que es un lugar de entrada o acceso. Jesús toca 
aquí por que está queriendo entrar en nuestro corazón y vida. Jesús llega cerca 
para que podamos escuchar su llamada. “He aquí, llamarás a gente que no 
conociste, y gentes que no te conocieron correrán a ti, por causa de Jehová tu 
Dios, y del Santo de Israel que te ha honrado. Buscad a Jehová mientras puede 
ser hallado, llamadle en tanto que está cercano”. Isaías 55:5-6

 ¿PORQUE JESUS ESTA TOCANDO?
Cuando alguien llama a una puerta, es porque está queriendo entrar en la casa, o 
entregar un mensaje al dueño. Jesús está llamando a la puerta de su corazón 
porque está queriendo perdonar sus pecados y salvar su alma del infierno.
“Porque el Hijo del Hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido”. 
Lucas 19:10
Según el texto, Jesús quiere entrar para sentarse junto con usted a la mesa, 
tener compañerismo y suplir sus necesidades materiales y espirituales.

ENTONCES !
El que está a la puerta de tu corazón y llama es el mismo Señor Jesús, pidiendo entrar en tu vida. Si abres la puerta entrará en tu corazón, estará contigo y compartirá contigo. Él será tu gozo, tu salud, tu paz, y tú fuerza, Él es el único que puede colmar los deseos más profundos de tu corazón. 

Jesucristo es Aquel que se preocupa por ti y te ama con un amor y un interés más grande de lo que las palabras pueden expresar. Él es Aquel que nunca te dejará solo, quien está siempre contigo para ayudarte y quitar todos tus temores. Si, es Aquel que es suficientemente fuerte para salvarte de todas tus cadenas de pecado.

Jesús está llamando a tu corazón. Ábrele la puerta y entrégale tu vida.

¡Él está esperándote!