domingo, 1 de julio de 2012

Seis razones por las que todos los cristianos deberían desear el cercano regreso de Jesús


“El Heraldo de la Medianoche”, por William Halmark, de Birmingham, Alabama.  

A medida que un nuevo año inicia, me encuentro anhelando fervientemente que ése sea el año que iniciará los eventos del tiempo del fin que conducirán al regreso del Señor a esta tierra.

El primero de esos eventos será el Rapto de la Iglesia. Éste será seguido por la Gran Tribulación de siete años, un periodo de horror sin paralelo que culminará en el regreso de Jesús para reinar sobre todo el mundo.

Los escritos de los Padres de la Iglesia Primitiva (100 al 300 E.C.) revelan que una de las oraciones más tempranas de la Iglesia era “¡Maranata! (1 Corintios 16:22). Esa palabra en realidad es una frase aramea que significa “¡Nuestro Señor viene!”

Esta oración expresa un hecho que es confirmado por muchas otras escrituras; a saber, que la Iglesia del I Siglo tenía un ardiente deseo por el cercano regreso de Jesús.

Un decaimiento del celo

La Iglesia del Siglo XXI parece haber perdido ese deseo. La mayoría de los cristianos profesantes de hoy en día no oran “¡Maranata!”. No anhelan el regreso del Señor. En lugar de estar añorando, están bostezando.

La Cristiandad en general se encuentra atrapada en la apatía con respecto al regreso de Jesús. Y eso es triste, ya que la Palabra dice que el regreso del Señor es nuestra “Esperanza Bienaventurada” (Tito 2:13).

Además, somos amonestados constantemente por la Escritura a vigilar la venida del Señor y a estar listos. Jesús mismo dijo, “Estén ceñidos vuestros lomos, y vuestras lámparas encendidas… porque a la hora que no penséis, el Hijo del Hombre vendrá” (Lucas 12:35, 40). Pablo exhortó a Tito a vivir “aguardando la esperanza bienaventurada y la manifestación gloriosa de nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo” (Tito 2:13). Y mientras Pablo enfrentaba la muerte en prisión, escribió: “He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe. Por lo demás, me está guardada la corona de justicia, la cual me dará el Señor, juez justo, en aquel día; y no sólo a mí, sino también a todos los que aman su venida” (2 Timoteo 4:7-8).

Piense en ello, Pablo dice que una recompensa especial, “una corona de justicia”, será dada a cualquier persona que viva su vida amando la manifestación del Señor.

¿Es usted un candidato para esta recompensa? ¿Tiene un celoso anhelo en su corazón por el cercano regreso del Señor? ¿Ora diariamente, “¡Maranata!”?

Aguardando a Jesús

Hay al menos seis razones por las que todo cristiano debería desear ardientemente el cercano regreso de Jesús:

1. Jesús: Cuando Jesús regrese, obtendrá lo que merece – el honor, la gloria y el poder.

"La apertura del rollo sellado", por Pat Marvenko Smith 

Cuando vino la primera vez, fue repudiado por los judíos, rechazado por Su propio pueblo natal, y despreciado por Su familia. Fue perseguido por los líderes religiosos, traicionado por un amigo, negado por otro amigo, abandonado por Sus discípulos y ridiculizado por las masas. No tenía un lugar donde recostar Su cabeza. Su única posesión era una túnica.

Nació en un establo, se crió en la pobreza, fue clavado a un madero y fue enterrado en una tumba prestada. En la actualidad, la gente se burla de Él y lo ridiculizan. Su nombre es usado como una mala palabra.

¡Eso no es lo que Él se merece!

Va a ser diferente cuando Él regrese. La primera vez vino como un delicado e indefenso bebé. Va a regresar como un poderoso guerrero. La primera vez vino como un cordero sufriente para morir por los pecados del mundo, pero regresará como un león conquistador que derramará la ira de Dios sobre los que han rechazado el amor, la misericordia y la gracia de Dios. Su primera venida estuvo marcada por la compasión, la humildad y la disposición a ser juzgado y a morir. Regresará en triunfo y en ira para juzgar y hacer guerra contra los enemigos de Dios. Vino la primera vez como un Siervo; regresará como un Monarca.

Jesús fue humillado en la historia. Quiero verlo vindicado y glorificado en la historia. Y lo será, debido a que Su Padre le ha prometido que Él reinará sobre toda la tierra (Salmo 2:7-9). También se le ha prometido que Él manifestará Su gloria delante de Sus santos (Isaías 24:21-23) y delante de las naciones de la tierra (Isaías 66:18 y Salmo 22:27:31). Pablo dice que Él regresa “para ser glorificado en sus santos y ser admirado en todos los que creyeron” (2 Tesalonicenses 1:10).

2. Satanás: Cuando Jesús regrese, Satanás recibirá lo que merece – derrota, deshonra y humillación.

"El dragón, encadenado" 

Estoy harto de Satanás. Estoy cansado de sus complots y ardides y de sus mentiras y engaños. Estoy harto de sus enfermedades y tentaciones. Estoy cansado de su polución física, emocional y espiritual. Me repugna su destrucción de matrimonios y hogares. Odio sus guerras y terrorismo. Desprecio sus ataques incesantes contra la Iglesia.

A menudo me siento como los mártires descritos en Apocalipsis que claman día y noche delante del trono de Dios, “¿Hasta cuándo, Señor, santo y verdadero, no juzgas y vengas nuestra sangre…” (Apocalipsis 6:10). Al igual que Isaías, quiero clamar a Dios, “!Oh, si rompieses los cielos, y descendieras…” (Isaías 64:1).

El destino de Satanás fue sellado en la Cruz, pero sus actividades inicuas no cesarán hasta que el Señor regrese. En ese momento, la Palabra dice que Dios tratará con Satanás de forma decisiva. Lucas 18:7 dice que Dios vindicará a Sus elegidos que claman a Él día y noche para que les provea justicia. Romanos 16:20 dice que Satanás será “aplastado”. El libro de Apocalipsis dice que él será lanzado al lago de fuego donde “será atormentado día y noche por los siglos de los siglos” (Apocalipsis 20:10, vea también, Isaías 14:12-17).

Pero Satanás no quiere ir solo al Infierno. Está trabajando horas extras para llevarse con él a tantas personas como pueda. ¡Y quiero que esa obra sea detenida! Quiero que Satanás obtenga lo que merece.

3. La Creación: Cuando Jesús regrese, la creación recibirá lo que se la ha prometido – restauración.

El universo material originalmente fue creado en belleza y perfección. No había plantas ni animales venenosos, ni tampoco había animales que comieran carne. No había cataclismos naturales como terremotos y tornados. La Humanidad vivía en perfecta armonía con la naturaleza.

Pero cuando el Hombre se rebeló contra Dios, una de las consecuencias de su pecado fue que Dios puso una maldición sobre la Creación. Las plantas y animales venenosos aparecieron de repente. El reino animal se volvió contra sí mismo y contra el Hombre, a medida que algunos animales se volvieron carnívoros. Y los cataclismos naturales empezaron a cobrar su precio. Ahora el Hombre tenía que luchar contra la naturaleza para sobrevivir.

Pero en el momento en que Dios puso la maldición sobre la Creación, Él prometió que un día sería quitada por medio de “la simiente de la mujer” (Génesis 3:15). Esa promesa es repetida a lo largo de las Escrituras. Por ejemplo, en Isaías 11, el profeta dice que cuando el Mesías venga a reinar, “morará el lobo con el cordero” y “el león como el buey comerá paja”. Además declara que “el niño de pecho jugará sobre la cueva del áspid” debido a que la serpiente ya no será venenosa.

Pablo reafirma esta promesa en el Nuevo Testamento en el octavo capítulo de Romanos. Él imagina a toda la Creación como una mujer embarazada presa de los dolores de parto, clamando por el momento del parto. Él dice que ese momento llegará cuando “los hijos de Dios sean manifestados”. En otras palabras, ocurrirá en la resurrección cuando el Señor regrese (Romanos 8:18-23).

El día que el Señor regrese, la tierra será renovada por terremotos y fenómenos sobrenaturales en los cielos (Apocalipsis 6:12-17). El resultado será una tierra refrescada y embellecida. Las fuerzas destructivas de la naturaleza serán reducidas. Los desiertos florecerán. Los reinos vegetal y animal serán redimidos. Las plantas y animales venenosos dejarán de ser venenosos. Los animales carnívoros se volverán herbívoros. Toda la naturaleza dejará de luchar contra sí misma. En cambio, trabajará unida armoniosamente en beneficio del Hombre (Isaías 11:6-9; Isaías 35:1-10; Isaías 65:17-25; Hechos 3:19-21 y Romanos 8:18-23).

4. Las Naciones: Cuando Jesús regrese, las naciones recibirán lo que se les ha prometido – paz, rectitud y justicia.

La Humanidad ha soñado con la paz mundial a lo largo de la historia. Tratados de desarme han sido negociados, tratados de paz han sido firmados, organizaciones internacionales han sido creadas, pero la paz verdadera ha permanecido elusiva.

La Biblia dice que la paz mundial permanente nunca será alcanzada hasta que el Príncipe de Paz, el Mesías, regrese. Isaías y Miqueas profetizaron que cuando el Señor regrese, las naciones “volverán sus espadas en rejas de arado, y sus lanzas en hoces” y que “no alzará espada nación contra nación, ni se ensayarán más para la guerra” (Isaías 2:4 y Miqueas 4:3).

La esperanza del mundo por la paz nunca será realizada en las cumbres entre jefes de Estado. La única esperanza es el regreso de Jesús, quien gobernará el mundo con una “vara de hierro” (Salmo 2:9 y Apocalipsis 2:26-27).

5. Los judíos: Cuando Jesús regrese, los judíos recibirán lo que se les ha prometido – salvación y primacía.

Dios ha hecho muchas promesas maravillosas a Su pueblo escogido, la nación de Israel. La mayoría de éstas están sin cumplirse y no serán cumplidas hasta que un remanente de los judíos se vuelva a Jesús y lo acepten como su Mesías. Las escrituras proféticas nos dicen que esto ocurrirá al final de la Tribulación, cuando los judíos que queden con vida hayan llegado al final de sí mismos y decidan volverse a Dios.

Zacarías dice que este remanente “mirarán a Mí, a quien traspasaron, y llorarán como se llora por hijo unigénito” (Zacarías 12:10). El profeta también dice que en ese día de arrepentimiento, “habrá un manantial abierto para la casa de David y para los habitantes de Jerusalén, para la purificación del pecado y de la inmundicia” (Zacarías 13:1).

Este remanente creyente será entonces reunido en la tierra de Israel para recibir las bendiciones que Dios le ha prometido a la nación. Esas increíbles bendiciones están descritas con gran detalle en los capítulos 60 al 62 de Isaías. La gloria Shekinah de Dios regresará (60:2) a un Templo reconstruido (60:7). Las naciones enviarán toda clase de asistencia (60:10), incluyendo sus riquezas (60:5). La tierra de Israel será reclamada (60:13), la nación recibirá respeto (60:15), el pueblo disfrutará la paz (60:18) y el Mesías vivirá en su presencia (60:13, 19). Todas las ruinas serán reedificadas (61:4) y la tierra estará llena de gozo (61:7-8) y alabanza (61:10-11). La nación será un faro de justicia y su gloria será vista en todo el mundo (62:1-3). Para resumir, Isaías dice que la nación de Israel será “una corona de gloria en la mano de Jehová, y diadema de reino en la mano de Dios” (62:3).

En efecto, el mundo será puesto de cabeza con respecto a su relación con los judíos. Hoy en día el pueblo judío es despreciado y perseguido. Son el blanco de bromas y del ridículo. Pero se acerca un día cuando todo eso cesará. Zacarías dice que durante el reinado milenial del Señor, el pueblo judío será tan honrado que cuando un judío pase, diez gentiles asirán sus vestiduras y dirán, “Iremos con vosotros, porque hemos oído que Dios está con vosotros” (Zacarías 8:23).

6. Los santos: Algunas de las promesas a los santos – a los que son miembros de la Iglesia del Señor – serán cumplidas al momento del Rapto. El Rapto es un evento que podría ocurrir en cualquier momento. Éste precederá a la Segunda Venida.

En el Rapto, los muertos en Cristo serán resucitados y los vivos serán trasladados para recibirle en el aire (1 Tes. 4:13-18). Es en este momento que los vivos y los muertos en Cristo recibirán sus cuerpos glorificados. Éstos serán cuerpos perfeccionados e inmortales – como el cuerpo que Jesús tenía después de Su resurrección (1 Cor. 15:42-53 y Filipenses 3:21).

Cuando Jesús regrese a esta tierra, los santos vendrán con Él y serán testigos de Su gloriosa victoria sobre el Anticristo y sus fuerzas (Ap. 19:11-21). Los santos recibirán entonces lo que se les ha prometido – una tierra redimida y autoridad para gobernar sobre las naciones (Mt. 5:5 y Ap. 2:26-27).

Jesús reinará desde el Monte Sión en Jerusalén como el Rey de reyes y Señor de señores (Isaías 24:21-23). Los santos en sus cuerpos glorificados estarán esparcidos por todo el mundo para ayudar con el reinado del Señor (2 Timoteo 2:12 y Ap. 2:26-27). Algunos servirán como administradores (alcaldes, gobernadores, presidentes y reyes), otros servirán como jueces, pero la mayoría servirán como maestros, ya que todo el sistema de educación estará en las manos de los santos glorificados. Será su responsabilidad enseñar a los que estén en la carne acerca del Señor. No habrá ningún legislador (¡gracias a Dios!), ya que Jesús mismo dará la ley (Vea Isaías 2:1-4; Isaías 66:19-21; Jeremías 3:12-18 y Lc. 19:11-27).

Estas seis razones dejan en claro que todo cristiano debería estar deseando ardientemente el regreso del Señor. Sin embargo, la apatía prevalece. ¿Por qué?

Bostezando acerca de Jesús

He encontrado cuatro razones de la apatía y la indiferencia que caracterizan a la comunidad cristiana en relación con el regreso de Jesús: incredulidad, ignorancia, temor y carnalidad.

Incredulidad – Con respecto a la incredulidad, muchos cristianos profesantes simplemente no creen que Jesús regresará algún día. La mayoría de éstos son personas con una visión liberal de la Escritura. Han espiritualizado el significado de la Segunda Venida, así como han espiritualizado el nacimiento virginal y los milagros. Para ellos, la Segunda Venida no es nada más que un cuento de hadas. En 2 Pedro 3:3-4 se nos dice que los tiempos del fin estarán caracterizados por burladores que se mofarán de la promesa de volver del Señor. La tragedia es que muchos de éstos son personas que profesan ser cristianos.

Ignorancia – Creo que la mayoría de los cristianos que son apáticos acerca del regreso del Señor simplemente ignoran acerca de lo que ocurrirá cuando Él regrese. Como resultado, no pueden sentirse emocionados acerca de un evento del cual no saben nada. Estuve en esta categoría durante treinta años. Aunque asistía a la iglesia fielmente, mi iglesia ignoraba la enseñanza y la predicación de la Palabra Profética de Dios. No tenía ni la más remota idea acerca de lo que ocurriría cuando el Señor regresara y el resultado era apatía acerca de Su regreso. Pero cuando empecé a estudiar la profecía bíblica y descubrí lo que está reservado para los creyentes cuando el Señor regrese, empecé a saltar entre las bancas y a gritar “¡Maranatha!” Nunca he sido apático desde entonces.

Temor – La apatía de algunos cristianos es debido al hecho de que le temen al regreso del Señor. Debido a ese temor, tratan de reprimir la idea de que Él podría surgir de los Cielos en cualquier momento. Temen que Él podría regresar en uno de sus días “malos” o cuando tengan un “pecado sin confesar” en su conciencia. Estas personas están atrapadas en una salvación por obras. No entienden que son salvos por gracia y que “ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús” (Ro. 8:1).

Carnalidad – Finalmente, hay muchos cristianos carnales que no pueden sentirse emocionados acerca de la venida del Señor debido a que aman al mundo. Están caminando con un pie en la iglesia y un pie en el country club. Quieren que el Señor venga, pero quieren que venga cuando tengan 80 años y hayan experimentado todo lo que este mundo tiene que ofrecer. En otras palabras, quieren que venga, pero no quieren que se meta en sus vidas.

Una séptima razón

Permítame concluir con una observación personal. Hay otra razón por la que quiero que Jesús regrese. Tiene que ver con el hecho de que cuando usted ama a alguien, desea estar con él. Amo tener comunión con Jesús en adoración, en oración y en Su Palabra. Pero estas formas de comunión no sustituyen al estar con Él. Lo amo y, por lo tanto...

Quiero estar con Él
Quiero disfrutar en la presencia de Su amor y santidad
Quiero ver la gloria de Dios en su cara
Quiero besar sus manos heridas por los clavos y decir,
“¡Gracias!”
Gracias por…
morir por mí,
perdonarme,
cambiarme,
guiarme,
consolarme,
y por darle a mi vida significado y propósito.
Y quiero unirme a los santos y a las Huestes
Celestiales cantando, “¡Digno es el Cordero!”
¡Maranatha!



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